5 jun 2011

Ramon Saizarbitoriaren lanaz MARIELA SÁNCHEZek (Socia 60. Bazkidea) egindako lana/ Reflexión de MARIELA SÁNCHEZ sobre la obra de Ramon Saizarbitoria.


Un título y un imperativo para la memoria en diferentes latitudes

Estas líneas pretenden una alusión a Guárdame bajo tierra (2001), de Ramón Saizarbitoria, pero esta vez no para un análisis literario tendiente a relevar procedimientos estilísticos o decisiones estéticas en este gran libro –grande fundamentalmente por la multiplicidad de lecturas que habilita y por la variedad agrupada bajo el singular reclamo–; aquí pretendo, más bien, leer desde un margen signado por la lejanía de Buenos Aires ese pedido con el que un título parece estar dando cuenta del problema de la memoria del pasado traumático más allá de distancias temporales y geográficas.



El imperativo saizarbitoriano subyace en cada reclamo que tenga que ver con la pervivencia de una herida abierta que trasciende a las generaciones directamente afectadas, y que atraviesa también nacionalidades y medios para expresar la inconclusión de cuestiones no saldadas por falta de una respuesta de ámbitos encargados, presuntamente, de respuestas, como el terreno jurídico.

Los enterramientos pendientes –los más literales, como el problema de las fosas comunes en España y los cuerpos arrojados al mar mediante los llamados “vuelos de la muerte” en Argentina, y los que se apartan un poco del nivel denotativo del término, como la apropiación de ninños en uno y otro país– iluminan una extensa, compleja y transoceánica realidad de faltas que prevalecen como surcos y encuentran en el arte, si no una respuesta, una eternización del reclamo, una marcación del vacío dado por la ausencia más tangible.

El reclamo de clausura que se desprende en el mentado libro de Saizarbitoria es susceptible de ser resignificado por cada lector que reconozca en la literatura no las soluciones debidas por instancias extraliterarias, sino un señalamiento estético, a la vez que por momentos muy doloroso, de esas ausencias de reparación que nos constituyen, en un país como Argentina, en que muchos se quejan por la persistencia del tratamiento del tema de la memoria.

Porque la exigencia de sepultura (de experiencias, de cuerpos, de miembros) trasciende cada una de las historias narradas en Guárdame bajo tierra, seguiré recomendando este libro, apto para atravesar imperativos locales y concretos –como el caso del gudari de la primera historia–, y convocar a un horizonte de lectores que consideran no sólo acertado sino necesario un reclamo tan amplio como preciso que encuentra su cauce en este esperado libro de Saizarbitoria, disponible en traducción de F. Eguia Careaga.

Mariela Sánchez.



Mariela Sánchez. 




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